Poemas, reflexiones, bocetos, relatos,...

EL REFLEJO

 

Todavía no entiendo su cambio de comportamiento,  

solo sé que entró en ese cuarto y no volvió a ser la misma.

Yo podría explicarlo pero estoy en el otro lado. Es mi reflejo quien debería

hacerlo pero él no lo sabe...

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EL TUNEL

 

Eran felices… y quien no lo es cuando se trata de recién casados...

Siempre quise casarme con él desde que tenia 4 años y mira por donde después de 24 años mi sueño se hizo realidad. Íbamos de Luna de Miel y como nuestra economía no nos permitía grandes lujos decidimos que en vez de ir a visitar algún país exótico como hacia la mayoría de recién casados, alquilaríamos un pequeño apartamento en un pueblecito de montaña llamado Viella.

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HASTA LUEGO!

 

7 de Julio del 2013

Aeropuerto de Barajas

Madrid.

Llego por la tarde, con dos horas de antelación. Era el protocolo a seguir para todas las personas que deseaban viajar en avión.

Estaba delante del panel de vuelo, buscando el suyo. Salía de vacaciones.

El la vio a lo lejos, sabia que era ella porque ante su presencia todo a su alrededor se ralentizaba, era como si el tiempo quisiera detenerse.

Se le acerco por detrás, lentamente y la observo. Parecía hermosa, como una flor de primavera… tenia que serlo.

Un paso le separaba de ella, se paro.

Percibió su perfume, respiro hondo y se embriago de el.

Ella noto su presencia y quiso girarse pero el se lo impidió.

No la toco. No era su novia, ni su amante… era su amiga.

Tan solo acerco sus labios a su oído y le dijo.

_No lo hagas. No querrás romper tu secreto?_

Al oírle, su vello se erizo, tuvo un poco de frió.

_No temas, soy yo. Solo vengo para decirte hasta luego. No quiero despedirme, las despedidas son tristes_

Ella quería y no quería girarse. El dilema entre la cabeza y el corazón.

El lo noto.

_No lo hagas_ Le volvió a repetir. _Tu quieres mantener tu secreto y yo quiero respetar tu deseo_

Su voz se fue alejando.

_Que tengas buen viaje y cuídate. Te quiero de vuelta!_

A ella le venció el corazón y se giro.

No encontró a nadie. Se había esfumado del mismo modo en que vino, en silencio, con delicadeza.

Un instante en la vida en que una amistad virtual podría haber sido real, pero a veces las cosas es mejor dejarlas como están. Las cosas delicadas se rompen si se fuerzan.

Ella lo quería así.

El esperaba dejar algún día este mundo deseando que ella rompiera su secreto en ese instante y poder observar su rostro antes de despedirse.

Las despedidas son tristes y dolorosas pero ver a un ángel antes de morir te da la esperanza de verla algún día, allá en el cielo, sin miedos, sin nada que ocultar.

El ángel le hablo.

_Hasta luego amigo, espérame_

Le dio un beso en la frente y el comprendió. Sonrió y cerro los ojos.

 

 

METAMORFOSIS DE UN AEROPUERTO

 

 

Los sucesos siempre ocurren en un lugar, en una fecha y en una hora en concreto.

Este no fue una excepción pero lo que sucedió, si.

El aeropuerto era un complejo de piedra, granito, metal, aluminio, cristal, madera, plástico,… que

parecía tener vida propia,…

Gente con maletas, maletines, con bolsas o mochilas, con carritos… se movían continuamente de aquí para allá.

Había gente en información, gente en el restaurante…

Gente en facturación, gente en la cola de embarque…

Gente viajando por trabajo, otros por placer,…

Gente despidiéndose de gente, gente recibiendo a gente.

Gente, gente, gente…

En el exterior, taxis esperando clientes, coches esperando a familiares, amigos, conocidos…

Unos llegaban, otros se iban.

Aviones aterrizando, otros despegando…

Y no se sabe ni como ni porque, pero sucedió…

Todo fue tan repentino e inesperado que nada ni nadie pudo evitarlo.

Un gran movimiento sísmico hizo temblar los cimientos de aquella gran superficie y de una manera veloz todos los muros de la Terminal fueron tragados literalmente por la tierra, el techo estallo en mil pedazos convirtiéndose en nubes de algodón y todas las luces fueron estrellas.  

Los marcos de las ventanas y ventanales desaparecieron y sus cristales se derritieron convirtiéndose en agua.

El suelo se transformo en hierba y el elemento se mezclo en ella.

Los pasillos fueron caminos y senderos.

Las columnas, gigantes de cemento y hormigón se hicieron árbol creciendo a una velocidad vertiginosa dejando ver sus copas al viento.

El mobiliario cambio de diferentes formas.

Los grifos y las fuentes se volvieron ríos y cascadas.

Las papeleras fueron piedras y todos sus escombros musgos.

Los billetes de avión, los folletos informativos, el papel en si se tornó hoja de otoño.

Las puertas se transformaron en hiedra, los bancos en troncos….

Las mesas en ciervos, las sillas en cervatillos….

En un exterior que ya no existía, los taxis fueron corceles y los coches jabatos…

Y los aviones se convirtieron en pájaros, en abejas,… en mariposas.

De repente y sin dolor alguno las niñas y los niños en un sueño de inocencia junto con las mujeres mostraron su esencia y se hicieron flor.

Aparecieron, rosas y margaritas, claveles y lirios, hibiscos y orquídeas…   

Los colores cambiaron del negro al blanco, del gris al verde, del azul al rojo y del marrón al amarillo, surgió el naranja y el turquesa, el rosa y el violeta… y todos ellos sin seguir un orden se mezclaron en un mundo de matices y tonalidades.

El olor del sudor corporal, de los humos, del café… se filtró entre las telas de araña y nuevos aromas y perfumes impregnaron el aire de jazmín y lavanda, de tomillo y romero seguidos de la fragancia del pino y la hierbabuena, de la rosa y el clavel,… turbando el olfato del hombre…

El hombre… su cambio todavía no se hizo latente.

Algo faltaba para completar aquel ciclo de transformación.

Y entre pinceladas de colores y olores bañados en una naturaleza digna del paraíso, una puerta metálica surgió ante sus ojos, una puerta artificial que separaba lo real de lo irreal… Que era que?

Esta se abrió y apareciste tú.

Ellos se hicieron girasoles. 

 

 

EUDES Y MELISENDE

 

 

 

Siempre de tarde aunque no muy tarde un trovador y una princesa se reunían en el jardín de palacio. Bajo un sauce llorón el le cantaba las gestas de un caballero de nombre desconocido pero valiente y aguerrido.

Mientras ella escuchaba expectante la historia que Eudes le contaba, este intentaba controlar la tentación que Melisende le provocaba. Su piel sonrosada, su respiración agitada, sus labios entreabiertos y aquellos hermosos ojos que le observaban, le inducían a cometer un acto que mas que seguro le llevaría a la muerte.

“Es fruta prohibida”, se decía a si mismo, “Es la hija del Rey”

__ Y de que modo se le puede reconocer?__ Le pregunto Melisende visiblemente emocionada.

La pregunta saco a Eudes de sus lascivos pensamientos.

__ Solo cuando hay luna llena su armadura brilla al igual que esta__. Le canto mientras su laúd sonaba.       

De este modo y ante cientos de hazañas realizadas por aquel desconocido paladín, fueron pasando las tardes de primavera y verano, las de otoño e invierno.

Tres días después del inicio del año nuevo Melisende se dirigió al jardín de tarde pero no muy tarde y por primera vez en mucho tiempo Eudes no acudió a la cita.

Se acerco extrañada hacia el sauce llorón y a los pies de este encontró una partitura. La leyó y en cuanto hubo terminado no dio asombro ante lo allí escrito. En ese instante unas voces provenientes del exterior de palacio proclamaban a los cuatro vientos haber visto en las colinas de Brent al misterioso caballero de la armadura de plata.

Melisende miro al cielo y entre nubes de tormenta ante una noche que parecía haber llegado de improviso apareció desdibujada la luna llena.

Rauda y veloz salio a caballo de palacio en busca de aquel hombre acompañada por soldados portadores de antorchas.

Llegaron a Brent y ante su sorpresa descubrieron que una cruenta batalla había tenido lugar. Tantos eran los cuerpos tendidos en el suelo, cuerpos mutilados y ensangrentados mezclados con el olor de las heces y orines, con los gritos de dolor y agonía…, tantos, que era imposible seguir a caballo, así que Melisende prosiguió su búsqueda a pie.

Si alguien a lo lejos pudiera verla, aquella figura se le antojaría un ángel blanco caminando ante un campo sembrado de muerte.

De pronto y ante un claro en el cielo apareció la luna llena en todo su esplendor, su luz delato de inmediato al caballero de grandes proezas y Melisende al verlo fue a su encuentro.

Allí se hallaba, inerte, tendido boca arriba con su flamante armadura plateada salpicada de sangre. Todavía portaba en su mano derecha la espada con la cual había enmudecido centenares o miles de vidas.

Melisende se arrodillo ante el y levanto la visera de su yelmo dispuesta a desenmascarar una leyenda, a un mito, al protagonista de los cánticos de Eudes. En cuanto lo hizo unos ojos moribundos la miraron y parecieron cobrar vida. Ella dudo por un instante pero luego los reconoció y no dudo en pronunciar su nombre.

__ Eudes!__ En los ojos del guerrero se dibujo una sonrisa. __ Por que?__ pregunto la princesa desconcertada.

La voz de el era casi inaudible.

__ No quería que me quisierais como caballero.

__ Por que?

__ Por evitar esto. Que desgracia caería sobre vos si muriera en combate?

__ La misma que ahora se cierne sobre mi__. Dijo Melisende con lágrimas en los ojos.

Eudes no llego a comprender.

__ Leí vuestra partitura y lo entendí todo, todas esas tardes amándome en silencio, solo por tenerme cerca y ahora descubro que no ha habido mayor placer que haber compartido contigo bajo el mismo sauce todas y cada una de las mismas tardes que tu me deseaste.

__ La leíste?

Ella asintió.

Ahora su voz era más débil. __ Cuando en mi callada lengua pronuncio tu nombre…

Melisende no le dejo continuar. Sello con sus dedos sus labios y termino lo que el empezó.

__… y en mares de seda la esencia de mi tristeza humedece tu ausencia,
nace un suspiro y muere un lamento.

Son los ecos del silencio que moran en mi corazón
los que añoran los acordes de tu voz,
es la falta de fragancia la que atormenta mis sentidos,
la falta de color quien oscurece mi vida.

Y a todo esto tu alma en su maravillosa ignorancia
no podrá alcanzar jamás la magnitud de mi sufrimiento.

Dicho esto le quito el yelmo, se acerco a el y le beso.

Para entonces Eudes había abrazado a la muerte.   

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